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Integridad y Reputación: Dos caras de la misma moneda de la Sostenibilidad Corporativa.


Desde la última crisis financiera del 2008 y los posteriores escándalos corporativos relacionados con la manipulación de los índices subyacentes de derivados financieros, el sector corporativo había puesto un enorme esfuerzo en desarrollar estándares, políticas, normas y procedimientos que fortalezca la integridad en su gestión y consoliden sus procesos de auditorías, compliance y prácticas autoregulatorias.

A pesar que en los últimos años ha existido un esfuerzo supremo por erradicar los estilos fraudulentos y corruptos de ciertos grupos del sector corporativo, estos esfuerzos han sido casi nulos, por lo menos en nuestros países. Los hemos vivido desde Venezuela, hasta Argentina, pasando por Brasil Colombia, Chile y Perú. El caso ODEBRECHT es el último mal ejemplo. Es un tema de actitudes gerenciales poco íntegras, de personas, que redundan en prácticas corporativas corruptas. ¿O es la presión corporativa la que origina estas prácticas?

Las diversas herramientas y políticas que han tratado de fortalecer y reforzar las prácticas de integridad y buen gobierno corporativo no han sido lo suficientemente contundentes o han caído en “saco roto”. Las prácticas corporativas ilícitas y fraudulentas, que al final del camino acaban destruyendo valor a las compañías, han sido un denominador común.

Todo esto se ha dado, a pesar del interesante impulso regulatorio de los gobiernos que han creado diversos instrumentos para su erradicación como la penalización, en algunos casos, a la persona jurídica además del responsable individual como persona física. A pesar de ello, el lobby y cabildeo de intereses empresariales que afectan intereses públicos sigue estando presente con preocupante recurrencia. Nadie diría algo en contra del sector corporativo si su comportamiento empresarial fuera coherente con sus estándares y políticas responsables, muchas veces difundidas con intensidad, pero pocas veces practicadas en la realidad.

Ello se evidencia en el mal entendimiento de lo que se denomina gestión de intereses corporativos, lo cual lleva a los responsables de estas áreas de relaciones gubernamentales y asuntos públicos, o a los propios country managers, a caer en tentaciones efectistas, de muy corto plazo y carentes de ética que ponen en riesgo la reputación de la compañía y su consecuente sostenibilidad. Una gestión de intereses no debería ser corrupta si las personas responsables de este rol lo desarrollaran con apertura, transparencia e integridad.

¿Estas personas actúan bajo la aprobación de sus directorios? ¿Cómo funciona el proceso de toma de decisiones, en estos niveles, en el sector corporativo? ¿Qué consideraciones se exponen como riesgos determinantes? ¿Funcionan las herramientas de diagnóstico y cumplimiento normativo que van desde estándares hasta políticas y procedimiento dentro de la empresa; o todo ello se puede salvar con prácticas de excepción? ¿Cuál riesgo es el más relevante para la compañía: el riesgo financiera, ambiental, social, legal o la ponderación de ellos frente a su productividad anual? ¿Cuánto importa el riesgo reputacional y cómo lo controla el sector corporativo? ¿Se considera a la ética, en sí misma, como un factor decisorio, o es el temor a la penalización de sus prácticas, la que le facilita o prohíbe a la empresa tomar tal o cual decisión? ¿Qué pasaría en un país que todo lo permite y todo pasa? ¿Acaso la empresa se inhibiría a tomar una decisión con alto riesgo ambiental y social, pero de alta potencialidad productiva, por ejemplo, si este proceso determinado está permitido por la regulación estatal? ¿Y la ponderación de sostenibilidad, qué elementos congrega?

La integridad en la gestión empresarial tiene una fuerte vinculación con la consecuente reputación corporativa; y ésta, a su vez con la sostenibilidad del negocio y el futuro de la empresa. Ahora bien, sabiendo ello, ¿qué es lo que sucede, entonces? ¿todo se inicia en las prácticas de las personas o en la demanda y presión corporativa? ¿Cuál es el origen del mal?

En nuestro siguiente Programa de Especialización Aplicada: Diplomacia Corporativa y Sostenibilidad, éste será uno de los puntos centrales que discutiremos. Plantearemos estándares, políticas y procedimientos de diversas corporaciones globales que apuntan a este desafío de integridad en la gestión y evaluaremos el desempeño corporativo de algunas empresas locales que nos definirán su potencial de sostenibilidad en el mercado.


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