Una manera efectiva para motivar al cerebro a seguir aprendiendo
Desde hace algunos meses venimos profundizando en diversas investigaciones para mejorar nuestros esquemas y modelos de enseñanza. Uno de estos hallazgos ha sido la certeza de que el modelo tradicional está caduco y no se adapta a las actuales condiciones sociales y necesidades productivas. Más aun, se aleja de las dinámicas efectivas de aprendizaje que se requiere para elevar la productividad. Por ello estamos tomando control del enfoque del "Aula Invertida".
Sin embargo, seguimos en la brega de darle más productividad a nuestras clases y sesiones académicas diversas. Hemos hallado, por ejemplo, que un aspecto fundamental para la motivación del cerebro lo constituye el movimiento. Según un artículo científico sobre el particular, publicado, hace algunos días, en el blog "Escuelas con Cerebro", nos dice que "el ejercicio constituye una estupenda estrategia para mantener una buena salud física, pero también mental. La actividad física incrementa los niveles de la proteína BDNF que está asociada a la mejora de la plasticidad sináptica, la neurogénesis o la vascularización cerebral, procesos imprescindibles para un buen funcionamiento cerebral y aprendizaje".
El ejercicio físico, entonces, tendría "un impacto positivo en el funcionamiento del hipocampo, en la liberación de importantes neurotransmisores y en el desarrollo de las funciones ejecutivas del cerebro, básicas para el rendimiento académico y desarrollo personal del alumnado".
Es por ello que según esta investigación, "simples parones de 4 minutos en la actividad académica diaria de niños con edades entre 9 y 11 años para realizar ocho ciclos de movimientos rápidos (saltos, sentadillas o similares) durante 20 segundos, seguidos de descansos de 10 segundos, son suficientes para optimizar la atención necesaria que requiere la tarea posterior y mejorar el desempeño en la misma".
Se evidencia entonces una intensa relación entre los aspectos motores de los niños y las potenciales ventajas cognitivas en el desarrollo del aprendizaje temprano. También en el artículo se ha probado la eficacia de los gestos para los procesos de aprendizaje, aspectos que no son recogidos, regularmente, en nuestras escuelas públicas, principalmente.
Similar esquema tendría el mismo efecto en alumnos mayores de edad, con aprendizajes consolidados, pero que necesitan motivaciones para seguir aprendiendo. Un buen sistema de ejercicios físicos, al interior de cada clase, podría ayudar a motivarlos a tener mayor productividad en la adquisición de contenidos y nuevos conocimientos.
Vamos a desarrollar un laboratorio sobre ello para medir el real impacto de esta técnica en el aprendizaje de nuestros alumnos y colegas.
