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4 Entregas para una Sostenibilidad


Para los Reguladores

Dos de los aspectos que más debiera preocupar a los reguladores es la eficiencia y eficacia de sus responsabilidades normativas. Por ello es que no debemos dejar de escuchar a la opinión pública frente a lo que significan las necesidades de cambio emergentes y las megatendencias. Una de estas megatendencias, tal vez la más actual e importante, es el desafío de la sostenibilidad.

Frente a ello, a estos mismos reguladores, también les atañe la rigurosidad del diseño de estas políticas por el impacto que deberán tener estas normas, en el desarrollo sostenible, cuando se implementen. Por eso es que se debe tener el máximo cuidado en lo que formulan, como políticas públicas. Pero más aún, deben cultivar la perspicacia para asegurarse de que éstas no solo recojan las expectativas e intereses diversos, sino que además sean seriamente útiles y efectivas en el tiempo.

Entonces, en este entendido, el valor de la sostenibilidad para este grupo de interés reside en la claridad y hoja de ruta que le brinda este valor para diseñar sus políticas públicas. Para satisfacer las demandas públicas emergentes, sobre esta temática, se hace imprescindible apoyarse en sus conceptos y propósitos, como punto de partida. El mayor desafío estará en la rigurosidad de que estas demandas sean traducidas en propuesta técnicas atractivas que traigan beneficio y mejora en la calidad de vida de los ciudadanos de hoy sin sacrificar los recursos del mañana.

Para los Inversionistas

Cuando un inversionista se involucra en un proyecto, lo que le preocupa es tener una máxima rentabilidad de su inversión y que su apuesta económica no corra muchos riesgos. Sin embargo, hay otro aspecto vinculado, para aquel inversionista que tiene visión de futuro y reconoce a la reputación como el intangible más valioso de cualquiera de sus emprendimientos o marcas. Me refiero al valor de la sostenibilidad en cuanto a espacio corporativo.

El valor de la sostenibilidad, en este caso, brinda garantías de retorno a la inversión. Este enfoque radica en que su emprendimiento tenga el potencial y capacidad de no desfallecer en el corto plazo. Debe ser sostenible en el tiempo para que su apuesta perdure económicamente y su rentabilidad sea continua; así como, cada vez más interesante y aglutinadora.

Para ello, hoy el sector corporativo se involucra en ponderar espacios financieros, ambientales y sociales con el mismo peso específico dentro de la organización. Ya es común, tener dentro de los directorios, y ni que decir, en las líneas gerenciales, voces que ayudan a tomar decisiones considerando aspectos tan exógenos al negocio, en otros tiempos, como el cambio climático, los bonos de carbono o el respeto a las diversas valoraciones culturales.

Ya no se acepta en nuestros días aventuras económicas mercantilistas ni mucho menos esquemas ataviados de corrupción que son “flor de un día” y terminan haciéndole daño a una bienganada imagen y reputación personal o corporativa. Más allá de la integridad corporativa y ética que ello encierra, y que por sí solo ya es importante, la tentación del camino corto no es un buen negocio y la comunidad en general lo censura y posterga sin ninguna consideración.

Para los consumidores

La sociedad civil viene organizándose en diversos colectivos, incluso, de manera casi impensable. Los Smart Mobs (multitudes inteligentes), tan precisamente descritos, por ejemplo, por Rheingold, así como el vértigo de la internet y redes sociales hace imprescindible reconocer herramientas de participación activa y plena que son determinante para la sostenibilidad de cualquier idea o propuesta concreta. La participación ciudadana es el nuevo “signo de los tiempos” de la democracia realmente efectiva.

Para los consumidores el valor de la sostenibilidad radica en la garantía que tienen como audiencia objetivo de otros tiempos, de convertirse en grupo de interés con poder especifico y aglutinador para que la gestión responsable de los recursos naturales, por ejemplo, o los beneficios de las políticas públicas, recojan sus expectativas e intereses.

La sostenibilidad es la garantía de una entrega continua de bienestar colectivo, de un proceso respetuoso y una promesa de gestión responsable para un ambiente cada vez más frágil. Sin ella, este grupo de interés carecería de parámetros y modelos que apunten a una vida plena y digna para las siguientes generaciones.

Para la academia

Uno de los aspectos que más venimos discutiendo es el referido a la sostenibilidad corporativa y el desarrollo sostenible de los entornos inmediatos a los ámbitos donde existe o hay potencial de una gran inversión económica. Nuestra principal preocupación radica en revisar lo aprendido en el campo y recorrer el camino de los aciertos y errores que aquí se han ejecutado.

Ciertamente, a través de ello se intenta impulsar estas inversiones con la finalidad de seguir aprovechando de sus beneficios para toda la sociedad, en especial para las familias más pobres

Creo que la academia tiene un rol importantísimo, de primer orden, en estos aspectos y que valora la sostenibilidad como el principal enfoque que deben gestionar, Empresa, Estado y Sociedad Civil organizada.

Reflexiona sobre los nuevos modelos y su condición de replicabilidad. Solo cuando tengamos diversos esquemas y modelos recogidos, analizando sus aciertos y desafíos podremos estar en la capacidad de recomendar algunas nuevas estructuras conceptuales que redunden en la gestación de una sostenibilidad corporativa que sí se comprometa con el desarrollo sostenible de su entorno inmediato.


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